martes, 28 de octubre de 2025

Peña Salengues y Pinganón Caideru. Circular desde Entrepeñes

Salida: Entrepeñes (Concejo de Aller)

Distancia: 17.5 km
Duración: 7:00 h (sin paradas)
Subidas Acumuladas: 1100 m
Altura Inicial: 483 m
Altura Máxima: 1233 m
Fecha de realización: 25/10/2025
Dificultad: media
Track de la ruta




Itinerario: Entrepeñes – Ermita y Río de San Julián – Vendalende – Cueva Ablanu – Vendalende – La Roble (desvío a Pasada la Boya) – Pasada la Boya – Estruman – La Felguerina – Peña Salengues – Cochá Cuartes – Cotisquéu – Carricia – Pinganón Caideru – Carricia – Vachín – Pandián (desvío) – El Gradín – Reguero Rumiera (enlace con pista) – La Fuente – Mirador la Pandiella – Santibáñez de la Fuente – Collanzo – Campes – Cerezuelo – Entrepeñes.


La Peña Salengues o Solengues es la más oriental del alargado crestón calizo de la Cordal de la Roble que se dirige al este desde la aldea allerana de Entrepeñes. Más al este aún, a apenas dos kilómetros y en la base del Pico Cuchu, se encuentra el precioso Pinganón Caideru. Todos estos parajes están en medio de preciosos bosques entre los que se dibujan a modo de islas prados y cabañas asiento de una antigua y conservada tradición ganadera. Recorrer estos lugares y de paso desviarnos unos metros para visitar la pequeña y casi inaccesible Cueva Ablanu fue el objeto de esta magnífica excursión.

Mapa en relieve de la ruta

Dejamos el coche en la pequeña aldea de Entrepeñes al lado de la carretera AS-253 que sube al Puerto de San Isidro. Pasado el Arroyo de San Julián que en el mismo pueblo vierte en el Río Aller, cogemos un camino ancho (NE) que remontar el valle. Pronto enlaza con otra pista que viene de Pelúgano y, unos metros más adelante, el camino que resulta de la unión de ambos pasa junto a la pequeña ermita de San Julián y cruza por un puente el arroyo del mismo nombre.

Vista atrás del comienzo de la ruta en Entrepeñes.

Otra vista hacia atrás que da fe del nombre de la localidad de partida situada entre ambas peñas.

El camino ancho va entre prados limitados por árboles o entre bosquetes.

Esta es la pequeña Ermita de San Julián.

Entre buenos prados con cabañas en uso, el ancho camino sube (NE) para afianzarse más arriba hacia el oeste y remontar duramente en la zona más inclinada sumergido en un precioso bosque mixto donde abundan hayas, robles y castaños. Varias revueltas nos permiten ganar altura rápidamente hasta alcanzar la tercera a la derecha en Vendalende. Aquí abandonamos la pista para coger una senda a la izquierda con la intención de encontrar la Cueva Ablanu de la que hemos oído hablar. Apenas visible al comienzo, en seguida atraviesa la Reguera de Peñalba y poco después prácticamente se pierde entre la maleza. Evitando las zonas más cerradas, enseguida nos situamos sobre la propia cueva que no se ve (sabemos que está allí porque la llevamos marcada con un track). Destrepamos unos metros ayudados por las ramos de un avellano y accedemos a ella. Es pequeña, con algunas estalactitas y columnas y ha sido utilizada hasta hace muy poco como cuadra para cabras.

La pista sube entre castaños, robles y helechos.

Otra imagen de la pista por la que subimos.

Estalactitas, estalagmita y columnas en la Cueva del Ablanu. No hay más que lo que se ve.

Desandamos el camino hasta la pista que continúa la progresión (E) por el bosque, de nuevo salpicado por prados y cabañas. El camino se ha ido acercando al alargado crestón calizo de la Cordal de la Roble en cuya ladera norte y cerca de las peñas hay un precioso hayedo. Al poco de sumergirnos en él y dejar atrás los prados, en la zona de La Roble, sale a la derecha un ancho camino que seguimos (SO)  y finaliza en la entrada de un gran prado. Una marcada senda lo rodea por la izquierda subiendo fuertemente a la vez que se sumerge en el bosque por donde avanza, apoyado por algún tramo armado, hacia las calizas del alargado crestón. La estrecha entalladura de la Pasada la Boya nos permite superarlo. Un corto descenso para rodear la peña nos sitúa en una plataforma con preciosas vistas hacia el sur (Cordillera Cantábrica). Dejó algunas fotos ilustradas.

Los prados con cabaña se extienden hacia el fondo del valle (a la izda).

Subiendo por senda bien trazada hacia la Pasada la Boya.

Llegando al roquedo poco antes de cruzarlo en la Pasada la Boya.

Superada la Pasada la Boya se nos abre el horizonte sur.

Continuación de la panorámica anterior hacia el suroeste.

Vista hacia el oeste.

La senda da un brusco giro a la izquierda y baja hasta los preciosos prados y cabañas de Estruman. La senda se ha convertido en un precioso camino que rodea las fincas flanqueadas por fresnos. Al llegar a la última, el camino da un giro brusco a la derecha para enlaza con la pista que viene desde Collanzo. La abandonamos para seguir (E) una senda que rodea la finca y que encontramos bastante cerrada por helechos y algunas zarzas, cotoyas y espinos. Es un tramo pesado que finaliza medio kilómetro más adelante en los prados de La Felguerina. Tenemos suerte porque, aunque toda la ladera está completamente invadida por el helechal, el camino ha sido desbrozado recientemente desde este punto hasta su finalización en la Cochá Cuartes.

Uno de los prados en Estruman.

El camino con buena factura rodea los prados en Estruman.

Otro cercado también en Estruman.

Seguimos el desbroce y unos metros antes de La Cochá lo abandonamos para subir por una sendilla que deja a la derecha las peñas más orientales de la Salengues. Sube hasta un alto desde donde ya vemos muy cerca la doble peña tras un haya cuyas ramas bajeras casi cortan el paso. La peña presenta un relieve cárstico y por tanto abrupto. La cima de la derecha está escalonada y se sube bien, la de la izquierda es algo más agreste y hay que rodear una primera peña por la izquierda subiendo por una pequeña llambria que da acceso sencillo a la cumbre. Ambas cimas son pequeñas y estrechas y, sobre todo, las caídas son verticales; hay que tener cuidado.

A partir de La Felguerina encontramos el camino desbrozado hasta la Cochá Cuartas. En el tramo anterior, después de Estruman, no lo estaba.

Cumbre oriental de la Peña Salengues. Se sube por la izda tras superar las ramas del haya que se ve parcialmente.

Cumbre occidental de la Peña Salengues desde la cima de la oriental. Aunque muy vertical, se sube bien por la izda de la foto.

Aquí estamos en la cumbre occidental de la Peña Salengues.

Vista noroeste desde la Peña Salengues.

Mirando al norte desde la Peña Salengues.

Vista noreste.

Mirando hacia el este desde la cima occidental de la Peña Salgues. En primer término tenemos la cumbre oriental y la ladera por donde se sube.

Vista sureste desde la Peña Salengues.

Bajamos de la Peña Salengues y por la misma senda que en la subida nos dirigimos a la cercana Cochá Cuartes. Cruce de caminos y de valles, por la izquierda (N) viene la pista que abandonamos en La Roble para subir por la Pasada la Boya, por la derecha (S) va otra hacia Collanzo y de frente (E) la que llega al Collado Acebu situado a los pies del Pico Cuchu. Seguimos por esta última unos metros rodeando el prado de Cotiesquéu y la abandonamos después para bajar por una campera en donde encontramos una marcada senda. Estamos en el valle de Llanos. La senda desemboca en un camino ancho al lado de una cabaña de reciente y fea factura llamada La Braña.

Uno de los caminos anchos que seguimos después de la Cochá Cuartes. A la izda vemos la Pico Cuchu.

En otros tramos caminamos por marcadas senda.

Cabaña de la Braña donde arranca otro tramo de camino ancho.

Este camino a su vez desemboca en el principal que viene de Collanzo y por el que bajaremos. La pista da un fuerte giro a la derecha en la zona de Carricia, pero nosotros mantenemos la dirección siguiendo una senda bastante abandonada entre prados. La senda desemboca en un camino ancho que es un ramal de la que viene de Collanzo que a su vez finaliza unos metros más adelante. Le da continuación otra senda que, entre la broza, nos lleva al cercano Pinganón Caideru; se pasa bien. El Pico Caideru presenta arriba una entalladura por donde el Pinganón forma una suave cabellera de agua o llovizna que cae o resbala entre los musgos a una pequeña laguna produciendo un paraje realmente hermoso. Paramos a reponer fuerzas.

En esta zona la senda está limpia.

En esta también. Al fondo el Pico Cuchu.

Pinganón Caideru. Apenas cae una tenue cortina de agua.

Otra imagen del Pinganón Caideru.

Desandamos el camino hasta Carricia y continuamos por la pista principal (O) dejando a uno y otro lado prados y cabañas. Pasado el desvío a Patateru (a la izquierda) la pista vira al suroeste y baja por el hombro que separa el Valle de Llanos, en el que estamos, del de Cardeo a la derecha y por el que bajaremos. Después del gran prado de Vachín, abandonamos la pista que da una gran revuelta, para meternos en el bosque por una senda a la derecha que desemboca, en El Grandín,  en el camino antiguo que baja por el Valle de Cardeo. Empedrado y ancho, hoy día está bastante abandonado pero aún se pasa bien. Salimos de nuevo a la pista evitando así un amplio rodeo.

Estamos en el camino antiguo en la zona de El Grandín que cogemos para atajar en la ancha pista que baja a Collanzo.

Otra imagen de este camino antiguo que poco a poco se va perdiendo.

Aún conserva tramos del antiguo empedrado.

Bajando por la pista hormigonada hacia la aldea de La Fuente.

La pista cruza el Reguero Rumiega y, hormigonada, entra en la aldea de La Fuente donde encontramos varios hórreos y el Mirador la Pandiella al lado de la carretera, unos metros por debajo de las casas.

Vemos la casas de La Fuente.

Hórreo y carro en La Fuente.

Mirador de La Pandiella bajando por la carretera hacia Santibáñez de la Fuente.

Vista de Collanzo desde el Mirador de la Pandiella.

Por asfalto bajamos al cercano Santibáñez de la Fuente donde se encuentra la Iglesia de San Juan de Riomiera de aspecto heterogéneo con restos románicos del siglo XIII y una portada de entre los siglos XIV y XVI. Detrás de la iglesia está el cementerio y delante de su portada destaca el Tejo de Santibánez de la Fuente. Con una altura de 12 metros y un tronco de 3,5 metros de perímetro, este tejo milenario está declarado Monumento Natural desde 1995.

Iglesia de San Juan de Riomiera y tejo milenario declarado Monumento Natural.

El camino que une Collanzo con Entrepeñes es ancho. Sólo al final se convierte en una senda que está bastante perdida.

En esta zona la senda aún se mantiene en buen estado, más adelante no.

Seguimos unos metros por la carretera y, en lugar de bajar a la aldea de Collanzo, la rodeamos siguiendo un camino ancho que avanza hacia el norte subiendo entre prados hasta la zona de Campes. Después llanea y da un quiebro para salvar una riega y finaliza a la entrada de una cabaña un tanto destartalada. El camino, transformado en senda, iba por encima de la cabaña y del prado, pero lo encontramos totalmente cerrado por lo que cruzamos este prado y el siguiente y salimos a  la senda en una zona algo más limpia. Estamos cerca de Entrepeñas pero el camino en este tramo está bastante perdido. Pasamos al lado de la cabaña de Cerezuelo y continuamos por un sendero que deja a la derecha una torreta de media tensión. Pensábamos que al ir acercándonos a la aldea el camino mejoraría, pero no, sigue bastante perdido hasta llegar a las casas de Entrepeñes.

Lorenzo Sánchez Velázquez


viernes, 24 de octubre de 2025

Picos Susarón y Aparejo Grande. Circular desde Puebla de Lillo

Salida: Puebla de Lillo

Distancia: 19.5 km
Duración: 7:00 h (sin paradas)
Subidas Acumuladas: 1300 m
Altura Inicial: 1137 m
Altura Máxima: 1721 m
Fecha de realización: 20/09/2025
Dificultad: media-alta
Track de la ruta



Itinerario: Puebla de Lillo – Río del Celorno – La Tejera – Pico El Piñuelo (1496 m) – El Pradico – Arista noreste del Susarón – Pico Susarón (1878 m) – Collado (1530 m) – Pico los Curriellos (1573 m) – Collada Barbadillo – Las Lomas – Pico Aparejo Grande (1738 m) – Las Lomas – Collada Barbadillo – Majadas de Barbadillo – Arroyo de Barbadillo – Pradera del Villar – Mirador – Valdelayosa – Camposolillo – Carretera LE-331 – Río Silván – Puebla de Lillo.

La gran mole caliza del Susarón se yergue solitaria al sur de Puebla de Lillo cerrando por el norte el Embalse del Porma. Su esbeltez y su fácil ascensión por la ladera occidental la hacen accesible a la gran mayoría de senderistas y montañeros.


Habíamos preparado una ruta corta y sencilla porque daban tormentas por la tarde. Pronto nos pareció que la tormenta pasaría de la largo y, sobre la marcha, decidimos ampliarla subiendo primero al cercano peñasco de El Piñuelo, después coronamos el Susarón y, al bajar, extendimos la ruta por la cuerda que avanza hacia el oeste hasta alcanzar el Pico Aparejo Grande.

Desde el pico Aparejo Grande vemos buena parte del recorrido que haremos. La gran mole del Susarón destaca en el centro, por delante están Los Curriellos, también blancos, y más cerca aún la amplia loma de Las Lomas, verde y con una gran franja de hierba por donde pasa el camino. A la izda, pequeño, está la Peña el Piñuelo.

Dejamos el coche en la plaza de Puebla de Lillo y comenzamos la caminata cruzando la carretera y el río Silván (O). El ancho camino usa otro puente para pasar sobre el Río del Celorno y avanzar después por el amplio valle de Patina que va hacia el Bosque de la Cervatina (PR LE-28). Pronto, en la campera de La Tejera, abandonamos la pista y seguimos una marcada e hitada senda (S) que sube por una estrecha canal; es la ruta normal de subida al Susarón.

Casa de los Escudos en la plaza de Puebla de Lillo.

Saliendo de Puebla de Lillo vemos la gran mole del Susarón.

Original cartel que encontramos al salir de Puebla de Lillo. Vemos la canal que separa el Susarón (a la izda) del pequeño El Piñuelo. Por esa canal subiremos.

Poco antes de alcanzar las praderas de El Pradico, cuando la canal se abre, dejamos a la izquierda la marcada senda que sube por la empinada y larga panda del Susarón, y nos desviamos a la derecha para remontar, sin camino ni senda, la dura subida al peñasco calizo de El Piñuelo. Como no hay hitos, subimos duramente por donde nos marca la intuición hasta el roca final que bordeamos por la derecha haciendo al final un corta y sencilla trepada hasta la cima del pico. La vista se abre hacia el precioso bosque occidental que llega hasta La Cervatina y el Pico Mahón.

Ladera oriental de El Piñuelo por donde subimos duramente sin camino ni senda hasta el crestón cimero.

Las peñas cimeras se superan mediante una sencilla trepada.

En la cima de El Piñuelo. A la izda vemos los picos Sierra Tomada y Aparejo Grande. El crestón en forma de U de este último lo afrontaremos directamente en la subida y lo rodearemos por la izda en la bajada.

Hacia el noroeste vemos la Sierra del Cuerna (centro de la foto) y siguiendo hacia la derecha el Pico Toneo (pequeño y poco visible), Pico Ausente y Peña Lázara.

A la izda, al fondo, vemos Les Rapaínes y en el centro el Pico San Justo.

El Susarón a contraluz desde El Piñuelo.

La bajada por la inclinada ladera sur no ofrece más dificultad que la maleza de bajo porte que la rellena. Caemos a una zona de hierba rodeada de espinos, acebos y robles próxima a otra pista que viene precisamente de la zona de La Cervatina. La seguimos unos metros (S) hasta el pilón de El Pradico situado a los pies del Susarón.

Ladera sur de El Piñuelo por donde bajaremos hasta dar con la pista que se ve abajo.

Llegando a la pista echamos la vista atrás sobre la ladera sur de El Piñuelo por donde hemos bajado.

La pista atraviesa un corto robledal hasta llegar al Pradico.

Para reconectar con la senda normal de subida sin perder altura nos escoramos hacia la izquierda de la ladera noroccidental del Susarón. La subida por la senda no tiene más dificultad que el gran desnivel que hay que superar (450 metros), además está señalizada con abundantes hitos. Alcanzada la arista, la senda se pega a ella dejándola a la izquierda, después la cruza y sube por una corta panda de hierba, más arriba la senda avanza por la misma arista que en esta zona es muy ancha. Finalmente rodea las peñas cimeras por la derecha (también se pueden superar frontalmente) y alcanza la cima en la que hay un vértice geodésico. Las vistas sobre el Embalse del Porma y las montañas de los alrededores son formidables.

Subiendo por la ladera noroccidental del Susarón echamos la vista atrás sobre la peña de El Piñuelo. Hemos subido por la franja de la derecha (más o menos) y bajado por la ladera de la izda.

Desde la ladera del Susarón vemos Puebla de Lillo y el arranque del Valle Celorno.

Bastante arriba la arista es muy ancha. Las peñas cimeras que vemos cerca de la cima las rodeamos por la derecha pero se pueden superar frontalmente.

Cima del Susarón.

Embalse del Porma desde el Susarón.

Sierra de la Cuerna (izda) y Pico Toneo (dcha) desde el Susarón.

De izda a dcha: Picos Valmartín, Arenal, Entrepicos, Cascayón  y Les Rapaínes.

Después de disfrutar un buen rato con el magnífico paisaje, emprendemos la bajada directa por la ladera occidental. Un marcado sendero ayuda en este vertiginoso descenso retorciéndose por la empinada ladera. Debemos bajar juntos; hay mucha piedra suelta y la ladera es muy inclinada. Hasta el herboso collado que separa el Susarón de Los Curriechos llega la pista desde El Pradico pero no paramos aquí, seguimos por una sendilla que nos eleva a la alargada y pequeña loma de Los Curriechos. Con facilidad alcanzamos su cumbre occidental. Unas fotos sobre la peña de El Piñuelo y el hayedo que se extiende por la ladera norte y emprendemos una sencilla y corta bajada por el otro lado (O) siguiendo una sendilla y algunos hitos.

Vista atrás de la bajada directa del Susarón por su ladera oriental. Realmente la inclinación es mucho mayor de lo que aparenta la foto.

Llegando al collado echamos otra vista atrás.

Llegando al collado vemos cercano el Pico los Curriellos y al fondo el Pico Aparejo Grande.

Desde Los Curriellos vemos la ladera del Susarón por donde hemos bajado directamente.

Desde Los Curriellos miramos hacia poniente donde encontramos el Aparejo Grande.

Desde Los Curriellos miramos al norte: Peña Piñuelo y el bosque.

Bajando de Los Curriellos vemos el Collado Barbadillo, después Las Lomas y al fondo el Aparejo Grande, todo en la misma cuerda.

Caemos en la Collada Barbadillo donde llega un ramal del camino que va a hacia el oeste hasta La Cervatina. Aunque la idea inicial era obviar este camino y bajar desde allí por la ladera sur a la Majada Barbadillo rodeando después el Susarón y regresar a Puebla de Lillo, decidimos extender la ruta hacia el poniente. Apostando a que la tormenta no nos iba a pillar, seguimos este camino ancho (O) que nos sube hasta Las Lomas donde hay un torre de vigilancia, que obviamos al quedar un poco alejada, y una estación meteorológica en la planicie de hierba que hay en el alargado hombro. Conviene señalar que en los alrededor de todo este tramo, allí donde no llega el bosque, está completamente cubierto de escobas o brezos.

Estamos en la Collada Barbadillo. De frente tenemos Las Lomas y la torre de vigilancia en su cima.

En el pastizal de Las Lomas encontramos esta estación meteorológica.

Después del herbazal, el camino ancho sube un corto trecho por la ladera noreste del pico Aparejo Grande y de pronto desaparece. Se convierte en una senda que sube entre escobas hasta el siguiente rellano limpio donde abandona esa ladera y faldea el pico por su lado oriental en ligero descenso. En este segundo rellano herboso abandonamos la senda y seguimos directos (SO) por la citada arista noreste (sin senda ni hitos) superando una primera y densa mata de escobas. Después cruza un pequeño crestón rocoso, al que sigue otro corto tramo de escobas y un segundo crestón rocoso para alcanzar finalmente la cima del Aparejo Grande. Arriba sólo hay un hito de piedras y unas vistas que se han ido ocultando tras densos nubarrones que presagian lluvia. Además hace un viento frío y desapacible; decidimos buscar un abrigo al otro lado de la cima donde reponer fuerzas.

Por encima de Las Lomas encontramos esta pequeña campera donde la senda faldea las peñas del Aparejo Grande por la izquierda. Nosotros subiremos directos y en la bajada, para evitar los escobares, rodearemos las peñas por la izda de la foto.

Superando uno de los crestones antes de alcanzar la cima del Aparejo Grande.

Llegando a la cima del pico Aparejo Grande.

Bajaremos directos del Aparejo Grande por esta ladera, dejando el crestón calizo a la izquierda. Al fondo vemos el Susarón.

Para volver a la Collada Barbadillo, en lugar de desandar el camino. preferimos evitar los escobares bajando directos, sin camino ni senda, por la empinada y bastante limpia ladera este hasta dar con la senda que abandonamos antes. La senda nos lleva a rodear el crestón rocoso que envuelve el Aparejo Grande y nos sitúa en la pequeña campera donde la abandonamos antes. Desde aquí regresamos por el mismo camino hasta la Collada Barbadillo.

Desde Las Lomas, en el regreso, saco esta foto con la Peña Piñuelo a la izda y Los Curriellos por delante del Susarón.

Cruzada la campera de Barbadillo, cogemos un camino ancho (SE) parcialmente invadido por las escobas y los nacientes retoños de roble que se adentra en un pequeño robledal. Al salir de la arboleda el camino continúa y mantiene la buena traza hasta un punto donde desaparece transformándose en sendilla ganadera. Bajamos sin ninguna dificultad por donde mejor nos parece hasta el fondo del herboso valle donde se ubican las Majadas de Barbadillo; apenas unos cierres de piedra y una pequeña cabaña.

Después del Collado Barbadillo el camino atraviesa un pequeño robledal.

Abajo tenemos las Majadas de Barbadillo. De los dos lomos de hierba amarilla, nosotros bajamos por el primero para caer al final a la riega de la izquierda. Creo que es mejor llegar hasta el segundo lomo y bajar hacia la riega del otro lado (la situada a la derecha de él).

Cruzamos una riega y bajamos por el lomo que la separa de otra situada más a la derecha. Las laderas hacia una y otra riega son bastante inclinadas y seguimos más o menos por la arista hasta caer a la de la izquierda que parece más factible para alcanzar el fondo del valle de Barbadillo. El último tramo de la riega no tiene senda y, aunque está parcialmente invadido por la maleza, se pasa. Creo que resulta mejor superar la riega de la derecha desde la zona alta del hombro donde están los restos de construcciones y bajar al otro lado del siguiente hombro (más a la derecha) hasta dar con el camino ancho.

Aquí estamos en el extremo del lomo de la izda (fotografía de más arriba). Bajaremos directos dejando el peñasco a la izda y un poco más bajo caeremos en la riega de la izda.

Vista hacia atrás de la riega por donde hemos bajado.

El camino ancho baja pegado o por el Arroyo de Barbadillo (SE) y desde algunos puntos alcanzamos a ver los altos y verticales farallones que caen por la ladera sur del Susarón. Dos kilómetros por la pista nos llevan hasta la Pradera del Villar donde el camino da una amplia curva para salvar una riega. Más adelante sube unos metros para situarnos sobre un hombro que es un pequeño promontorio o mirador sobre el Embalse del Porma.

La pista baja por el valle del Arroyo Barbadillo (vista hacia atrás).

Atrás va quedando la impresionante mole caliza del Susarón.

Desde un pequeño promontorio tenemos unas vistas magníficas del Embalse del Porma. Al otro lado está Peña Armada.

Ruinas de la iglesia de Camposolillo totalmente invadida por la maleza.

Llegando a Puebla de Lillo encontramos esta magnífica silueta.

El camino se orienta después al norte accediendo a los prados de Valdelayosa donde da otra amplia revuelta para salvar otra riega,  después rodea un montículo por el sur y finalmente desemboca en el antiguo camino que comunicaba los hoy día abandonados pueblos de Camposolillo y Utrero. Entramos en Camposolillo donde las casas y la iglesia están en completa ruina; sólo se salva una construcción ganadera. Enseguida desembocamos en la carretera LE-331 justo al lado del puente que cruza el Río Porma. La carretera cruza también el Río Silván, afluente del Porma, y nos lleva a entrar en Puebla de Lillo por el sur donde se ubican el Camping y la Ermita de la Virgen de las Nieves.

Lorenzo Sánchez Velázquez